....Sus movimientos son salvajes. Su larga melena me acaricia.
Echa la cabeza hacia atrás, temblorosa, estremecida y grita en un idioma que no conozco.
Sus afiladas uñas se clavan en mi.
Y también hay música: gritos mudos que suben y bajan, suspiros, mi
corazón acelerado.
Sus movimientos se enletecen. Le agarro las caderas
en un frenético contrapunto.
Nuestro ritmo es como una canción
silenciosa.
Como un trueno repentino.
Como el golpeteo de un tambor
lejano...
Y todo se detiene.
Y todo se detiene.
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